Education First (EF), una empresa dedicada al aprendizaje de idiomas y que opera en varios países del mundo, desarrolla una estrategia de marketing de influencers con Dulceida. La relación entre EF y la joven influenciadora de millenials es tan buena que desde final de marzo sortea 120 becas con el apodo de la influencer valoradas en 100.000 euros.
Dulceida -que parece que últimamente se siente más cómoda cuando la llaman Aida Domenech, su nombre real- se ha ido a África a mesa y mantel con el patrocinio de EF. Anteriormente había estado en Estados Unidos y Australia.
Subió fotos de paisajes exóticos africanos y añadió a esas publicaciones el hashtag convenido con la empresa que la ha contratado. Hasta ahí todo normal dentro de la estrategia. Supongo que se pueden hacer cursos de EF en África…
El problema ha venido, entre otras cuestiones, con unas fotos y unas stories de Instagram en las que aparecen unos niños. Ella se hace fotos con ellos y pone esos efectos o filtros en los que te aparece unas orejas y una nariz de animales. El personal tuitero e instagramer se ha rasgado las vestiduras porque no se ha protegido la identidad de los niños pixelando la cara y no sé qué.
También se ha criticado que la pareja de Domenech -que va en el pack de viaje- se haya hecho una foto dentro de una bañera llena de agua cuando Wikipedia, Google y supongo que algún informe millonario de alguna consultora indican que esa zona africana tiene escasez hídrica.
Pues bien, la influenciadora ha publicado un tuit contra las personas que la han criticado por esas fotos, historias de Instagram, la instantanea de la bañera y el picnic preparado por una tribu. 
Como se puede ver, es una respuesta que no llevaría a cabo ninguna marca o departamento de atención al cliente que tenga un poco de sentido común. Una crisis apagada con otra crisis. Fuego apagado con gasolina, que se dice en la vida 1.0.
Bien es cierto que Dulceida cuenta con muchos embajadores de marca que se están partiendo la cara por ella en las redes sociales, aunque quizá muchos de ellos no hayan querido participar en la conversación para defenderla en esta ocasión porque simplemente son seguidores de sus tendencias, moda o trucos de belleza. Como se ve, no sigo a Dulceida y no tengo ni idea de su vida editada.
Además del tuit anterior, ha respondido a otras personas que le han escrito en Twitter. Por ejemplo, esta respuesta debería haber tenido otro tono para no denotar ostentación. Quizá hubiese sido más oportuno responder con un enlace a los proyectos sociales que la influencer desarrolla o un número de cuenta para que quien lo desee pueda colaborar económicamente.
Probablemente esta crisis no tardará en apagarse. Se ha acrecentado porque los medios de comunicación se han hecho eco de la polémica en sus ediciones digitales. Aunque tenga más de dos millones de seguidores, si usted va mañana a la compra en un mercado de abastos, nadie hablará de esta joven.
Crisis de Education First y Dulceida
¿Cómo afecta esta crisis a Education First? ¿Ha elegido la marca bien a la influencer? ¿Habrá pactado los contenidos a publicar? Lo que es seguro es que Aida Domenech necesita un gestor de redes sociales que le ayude a no provocar fuegos como este. No todo el mundo que está en redes sociales sabe de redes sociales.
El Blog de Pablo H. Breijo 